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sábado, 12 de marzo de 2011

México se pinta y se siente.1997

La calle 5 de Mayo zigzaguea entre majestuosos edificios que encierran innumerables riquezas artísticas, las veredas se pueblan de sonidos y olores que golpean a cada paso los sentidos del caminante. Un hombre encerrado en una casulla ofrece tacos y coca cola, una mujer descubre una canasta repleta de tortas de jamón, pierna, pollo con o sin queso. Acomodados sobre una tela, los colores se multiplican en vestidos que combinan rojos, naranjas, verdes, turquesas con infinidad de adornos entre los cuales se encuentran monos, piedras, listones y bordados.

Llegando a la esquina la mirada se expande, el Zócalo luciendo orgulloso una monumental bandera verde, blanca y roja con un águila marrón que triunfadora existe una víbora en su pico, muestra todo su esplendor. En rededor se elevan los palacios de gobierno y la catedral construida por los españoles con las piedras de la ciudad de Tenochtitlán que nos brinda su testimonio desde las ruinas que yacen detrás del símbolo religioso del dominio colonial.

La obra de Daño Mijangos es la ciudad de México, en ella se traduce el sincretismo religioso mexicano que se expresa a través de perros Xoloscuintle, perros pelones sacralizados por los Aztecas fieles acompañantes de los rituales mortuorios y exquisito manjar, que van al cielo con alas de ángeles.

Pero Mijangos es también una expresión de su época. Su obra muestra el dolor de una cultura a la cual intentaron desbastar en pro de una modernidad que interpreta como “subdesarrollados” a cualquier cultura que no responda a los cánones del progreso. Ángeles azules con corazones sangrantes en las manos, caras tristes con miradas perdidas, enlazados por su corazón, descreídos sin metas, en definitiva, ángeles que sobrevuelan una post modernidad vaciada de contenido llevados por la desesperanza, en busca de la nada.

Por momentos ante un Mijangos. Nos teñimos de desconsuelo pero si continuamos nuestro andar por las galerías de Polanco, nos topamos con una virgen mitad india, mitad española, que en una postura de espera no pasiva, nos augura en su mirada una esperanza.

Darío Mijangos es síntesis de un sincretismo religioso indígena-católico y de una modernidad que nos lleva al sin sentido post moderno y concluye en la necesidad de llenar ese vacío con el retorno a una búsqueda mítico-religiosa premoderna que rescata la cultura visual de otras épocas reformulada en un ahora globalizado y fragmentado.

Lic. María Eugenia Rosboch*

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*Periodista y docente e investigadora de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata (República Argentina). Coordinadora de los espacios radiales ‘la primera Vez” y ‘Los locos de la azotea” trasmitidos por FM Universidad, Radio Dardo Rocha y FM Stilo de la ciudad de La Plata.

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