
Esta semana ha sido de muchas revelaciones, uno de mis hermanos en el umbral del dolor y de la posibilidad de una operación, me llama y me dice que me quiere, yo lo que querido siempre. Aun que él no me quiera cerca. Tuve una conversación con una de mis hermanas. Ella me decia que ¿de que valía ser honesto?... no veía caso en ello, si uno no obtenía lo que quería. Y me doy cuenta que esa es la trampa, pareciera que efectivamente la vida se trata de ponerse encima de otros. Y que lo importante es lo que se ostenta y no lo que se vive. Y en eso se pierde la gente y todo lo que rodea la parafernalia del buen vivir... aunque en ello este el vacío de la soledad interna. Le decía a mi hermana que si valía la pena, valía el poder dormir con la conciencia tranquila, con el decir que al menos con conciencia, no le hacíamos daño a nadie, por qué el que por otros pide, por si mismo aboga. Y lloraba con mis palabras... pero, ¿cómo le das paz a alguien?, ... ¿cómo?. No hay poder humano que le de a uno lo que uno mismo se niega. Y finalmente el amor nace desde dentro de nosotros mismos, y asi entonces entender.
Y todo esto fue a partir de que no terminan de pagarme el fraude que fue la venta del terreno que hice. Con tristeza miro como alguien amoroso (aparentemente) se convierte en mezquino sin que yo pueda hacer nada. Lo inscribible es que yo soy el que no supo responder a la amistad que se me ofreció. Yo soy el mal agradecido, el mal amigo, porque ella como buena católica, amorosa, magnánima, y generosa, ella me quiere por encima de todo. Bien decía mi madre de algunos católicos, "mucho santo, santo y caga diablo".


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