Hacia días, quizás meses que soñaba con irme un día entero al Tepotzotlán, Tenía muchas ganas de ir al museo. Desde que conjuntaron ahí toda la pinacoteca, no había ido... Recuerdo que la última vez que estuve ahí, el inmueble estaba más que deteriorado... Si bien se podía visitar, aun no hacían las restauraciones que le hacían falta. Mi sorpresa fue enorme... han logrado restaurar la belleza del edificio, del templo y de muchas piezas que ahí albergan... El Colegio Jesuita de San Martín, y la iglesia de San Francisco Javier, son verdaderamente una joya del Siglo XVIII... y haber estado ahí me hizo sentirme cerca de tanta belleza creada con manos privilegiadas, siempre que veo cosas así, no estoy seguro si tan sólo son manos muy diestras en el oficio del artista o es la mente creadora la que mueve esas manos, empujadas por una fe ciega y una necesidad de pertenencia, lo que las mueve.
Lo que sea que haya sido, yo lo disfruto muchísimo... no sé describir lo que siento ante tanta belleza, incluso en las imágenes más aterradoras, hay una chispa de belleza en ellas. La iconografía es hasta cierto punto perturbadora... pero no puedo dejar de ver, la belleza del extasis que se ve en las imágenes. Lo que siento y lo que pienso no está muy alejado de la realidad de muchas cosas que se hacían para veneración.... Santa Teresa de Ávila hablaba de eso... y es quizás mi falta de "fe" en la Iglesia que me permite verlo igual... El día que yo logre plasmar en una pieza mía algo parecido a lo que siento, ¡Uf1, ese día haré una fiesta...
El recorrido lo hice con mi amiga Beatriz, que siempre hemos sido cómplices en esto de ir a los museos... y me llamó mucho la atención que ella no podía dejar de ver en los objetos y pinturas, únicamente lo estético... me llamó mucho la atención que más de una vez se persigno ante las imágenes. Cuando veo cosas así, me sorprende la fe que alguién puede tener y me gustaría tanto poder sentirla... pero como alguna vez me dijo un sacerdote que conocí "la fe es un Don" y por supuesto... yo no lo tengo.
Hay un sin fin de cosas que me encantaría tener en mi casa, como la imagen de arriba... me conformaría con poder reproducir alguna y guardarla en casa... lo malo es que esas piezas, poco duran en mi estudio, casi siempre se van más rápido de lo que me tarde en pintarlas.
Viendo todo esto, me dieron muchas ganas de retomar un viejo proyecto que por indecisión no he completado... Hacer un retablo dedicado a mi família... Las puertas ya las tengo, pero no he visto como hacer el mueble y poderlo pintar,.. Ojalá que este año que viene, pueda hacerlo, de verdad que me encantaría... y por supuesto. será una pieza que me quedaré conmigo.
Beatriz siempre es una mujer generosa y amable conmigo, hablamos de un mil cosas, y hemos sido amigos desde hace al menos 20 años... conoce mucho de mi trabajo, conoce mucho de quién soy y de lo que hago. Habernos ido juntos al museo, fue una experiencia aleccionadora... aprendo mucho de ella cuando estamos juntos, Nos subimos al tren suburbano que no habíamos tenido oportunidad de conocer y me gustó. Desayunamos allá y al salir del museo, nos fuimos a comer a un hostal. La comida estuvo muy buena, en medio de un lugar muy viejo que verdaderamente disfrutamos. Pasamos todo el día juntos desde las 9 de la mañana que nos vimos hasta casi las 8 de la noche que nos despedimos... Regresé cansadisimo... recorrimos el museo en 4 horas... 4 horas de pie, caminando a paso lento, dónde nos maravillamos ante todo lo que veíamos y nos imaginamos vidas que no hemos tenido.
En algún momento recordé que cuando salía del CCH, para buscar ingresar a la Universidad... Busqué información sobre los seminarios... incluso tuve una entrevista con un sacerdote que lo primero que me cuestiono es si yo era católico... Fue una entrevista muy divertida y reveladora... me hizo darme cuenta que si bien la vida monacal me atraía, era por las razones equivocadas... Yo sólo quería estudiar encerrado en un ambiente propicio para ello... pero era necesaria mi creencia casi ciega en el cristo y en la iglesia católica... Fallé, pero ahora pienso, qué habría sido mi vida si hubiese podido ingresar al seminario... no lo sé. Pero a lo mejor, habría podido pintar un cristo un poquito cercano a los que tantas veces he visto en los altares y que jamás han dejado de perturbarme.